El precio de jugar como todos: el rol del estratega digital frente a la polarización
Todos la nombran, pocos la entienden: la polarización no es el problema, el problema es lo que hacemos con ella.
Yhansui Ospina Gaviria
Estratega Política Digital
La palabra favorita de la política moderna ya no es “democracia”. Es polarización.
Se ha convertido en una de las más usadas, mal usadas y sobreexplotadas del discurso político. Tal vez porque funciona como comodín, porque es rentable mediáticamente, y porque los estrategas la entendemos como oportunidad… o como advertencia.
Pero para que hablemos el mismo idioma, partamos de una definición: la polarización política es el proceso mediante el cual grupos sociales, partidos y ciudadanos se agrupan en extremos ideológicos excluyentes, reduciendo el espacio para el matiz, el debate y el consenso. El problema no es que existan diferencias, sino que perdemos la capacidad de escucha y tildamos al otro de enemigo, uno al que incluso se debería callar, derribar o eliminar con una violencia simbólica e incluso física, como lo vivimos en Colombia con el reciente atentado al líder de oposición Miguel Uribe Turbay. Aquí los bandos ya no compiten por ideas, sino que se odian mutuamente. Y en todo esto, el mundo digital tiene mucho que ver: las redes crean burbujas que refuerzan nuestras propias ideas, impiden el diálogo y muchas veces terminan alimentando el odio y creando un ciclo peligroso, que incluso lleva a la radicalización. Los algoritmos lo amplifican todo, y eso solo vuelve más difícil la posibilidad de escucharnos.
Pero no escribo esto para hacer un tratado sobre la polarización, sino para poner sobre la mesa el rol que jugamos quienes trabajamos detrás de las campañas.
Como consultora política digital, he acompañado procesos en Ecuador, México y Colombia. En todos, he visto cómo las narrativas se radicalizan fácilmente desde las redes, cómo las emociones se manipulan, y cómo muchas campañas se centran más en destruir que en proponer. Y muchas veces me he preguntado: ¿tenemos que jugar igual que todos?, ¿o podemos marcar la diferencia? La respuesta no es sencilla, porque el poder de decisión nunca está solo en nuestras manos y porque siempre está la presión propia de una campaña de defenderse, confrontar, sobresalir. Pero como estrategas, sí tenemos siempre una opción: decidir qué tipo de relato ponemos a circular. E incluso, si es necesario, decidir no participar.
Por ejemplo, en Colombia ya estamos en campaña y sin duda la polarización será protagonista, con un papel estelar casi igual al que tuvo en el Plebiscito de 2016 y que se ha fortalecido con la llegada del gobierno actual. Se usará para movilizar, para atacar y sobre todo, para dividir. Pero justo por eso, aquí comparto lo que creo que podemos —y debemos— hacer:
1. Reconocer el poder que tenemos sobre la conversación pública.
No solo subimos contenido. Diseñamos emociones, elegimos palabras y los marcos mentales que luego se vuelven parte del debate público. Creamos el clima digital: Si diseñamos odio, circula odio. Si diseñamos puentes, empieza el diálogo.
2. Elegir entre encender el fuego o bajar la temperatura.
Confrontar es parte del juego político. Nuestro trabajo es una puja de narrativas. Pero podemos decidir cómo confrontamos: ¿Con ideas o con insultos? ¿Estamos viralizando o envenenando?
3. Instalar narrativas que reconozcan el disenso como parte de la democracia.
Uno de los grandes antídotos contra la polarización tóxica es reivindicar el derecho a pensar distinto sin ser enemigos. Los estrategas podemos usar testimonios que muestran que se puede debatir sin destruirse, visibilizar matices dentro de los bandos, y rechazar públicamente los ataques personales y campañas de odio.
4. Educar a los equipos políticos.
Muchos no dimensionan el peso de sus palabras. Podemos ayudar a moderar impulsos, responder con inteligencia, y construir comunidad desde valores, no desde el miedo. Esto dentro y fuera del mundo digital.
La polarización existe y seguirá creciendo, pero la diferencia está en si queremos ser operadores de campañas que ganan votos a cualquier precio, o arquitectos narrativos que también cuidan el país mientras lo transforman.
Resumen y contexto
Resumen (clic para ver)
El precio de jugar como todos: el rol del estratega digital frente a la polarización Todos la nombran, pocos la entienden: la polarización no es el problema, el problema es lo que hacemos con ella.Yhansui Ospina Gaviria Estratega Política Digital La palabra favorita de la política moderna ya no es “democracia”. Es polarización.Se ha convertido en una de las más usadas, mal usadas y sobreexplotadas del discurso político. Tal vez porque funciona como comodín, porque es rentable mediáticamente, y porque los estrategas la entendemos como oportunidad… o como advertencia. Pero…













