Por: Eduardo Carbajal
Hablar de las Chivas del
Guadalajara es hablar de identidad. Este equipo, amado y criticado por igual,
ha tomado una decisión que pocos tienen el valor de sostener: jugar únicamente
con futbolistas mexicanos. Muchos dicen que por eso no siempre es competitivo,
que sus resultados no siempre son los mejores, que sería más fácil abrirse al
talento extranjero. Pero Chivas no busca el camino sencillo, busca honrar una
tradición que nació hace más de un siglo: representar el talento nacional y
hacer sentir orgullosos a millones de mexicanos. Ese es su verdadero triunfo,
aunque duela perder partidos.
Esa filosofía de mantenerse fiel a sus raíces es muy parecida a la historia del
Partido Revolucionario Institucional (PRI). El PRI, como Chivas, ha recibido
golpes duros, derrotas electorales y críticas constantes. Muchos lo daban por
“acabado”, así como algunos “expertos” decretan que Chivas nunca volverá a ser
campeón. Pero quienes los critican olvidan que detrás de cada derrota hay una
historia de resistencia, de ideales que no se venden, de una identidad política
que ha formado generaciones enteras. El PRI, como las Chivas, no busca ser “un
partido de moda”, sino mantener una tradición que representa al México real, no
al México pasajero de tendencias.
Chivas es el espejo perfecto de la cultura mexicana: un equipo que se levanta
cada temporada con la esperanza intacta, que apuesta por los suyos, aunque
cueste. Los priístas conocen bien esa sensación. Pese a los tropiezos, a las
críticas, a los errores, hay algo que no se pierde: la raíz. Igual que el
“Rebaño Sagrado” llena estadios por todo el país, el PRI sigue llenando plazas,
calles y comunidades, porque más allá de los números, lo que se defiende es una
identidad. Y eso no lo compra nadie.
Los equipos “de moda” en el fútbol, que llenan sus plantillas de extranjeros,
pueden ganar títulos rápidos, pero no siempre dejan huella en la identidad de
la afición. Lo mismo pasa con partidos políticos que se disfrazan de “nuevos” o
“diferentes” pero que no tienen historia ni valores claros. En cambio, Chivas y
el PRI tienen cicatrices, pero también tienen legado. Son parte de la memoria
colectiva del país, son símbolos de lucha y de arraigo, algo que las modas no
pueden imitar.
Este orgullo no es conformismo. La afición de Chivas es una de las más
exigentes de México: cada torneo pide títulos, aunque sabe que la apuesta es
difícil. Así también los mexicanos exigimos resultados, renovación, mejores
liderazgos, y podrá o no gustar pero todos sabemos de las mejores capacidades
en el PRI, que la militancia jamás abandona el color rojo ni la historia que
los hizo grandes. Exigir no es traicionar, es amar tanto a tu equipo o partido
que quieres verlo triunfar con los valores que lo hacen único.
Chivas y el PRI son más que nombres: son símbolos de lo que significa ser
mexicano. Son tradición, resistencia y orgullo nacional. Ser chivista y ser
priísta es aceptar las derrotas sin venderse, es celebrar las victorias con el
corazón y es creer que lo que nos identifica vale más que cualquier moda
pasajera. En tiempos en que muchos buscan atajos, estos dos gigantes nos
recuerdan que la verdadera grandeza está en mantenerse fiel a lo que eres,
aunque cueste.
Porque al final, podrás irle al equipo que sea, inclusive al América, pero en
lo que todos coincidimos es que como mexicanos nos gusta tener identidad,
respetar los orígenes y que lo que nos une no son las victorias fáciles, sino
las historias que llevamos tatuadas en la memoria.
Resumen y contexto
Resumen (clic para ver)
Por: Eduardo Carbajal Hablar de las Chivas del Guadalajara es hablar de identidad. Este equipo, amado y criticado por igual, ha tomado una decisión que pocos tienen el valor de sostener: jugar únicamente con futbolistas mexicanos. Muchos dicen que por eso no siempre es competitivo, que sus resultados no siempre son los mejores, que sería más fácil abrirse al talento extranjero. Pero Chivas no busca el camino sencillo, busca honrar una tradición que nació hace más de un siglo: representar el talento nacional y hacer sentir orgullosos a millones…










