Por Edson Báez

En cada proceso político, desde una campaña local en un municipio hasta una contienda nacional en Centroamérica, hay un problema recurrente: la improvisación. Los liderazgos saben hacia dónde quieren llegar, pero pocas veces tienen claro cómo recorrer el camino.

En nuestra experiencia trabajando proyectos en México, Costa Rica y República Dominicana, descubrimos que los éxitos compartían un patrón: la estrategia no era un discurso, sino un sistema. Así nació la Ruta 360, un método integral que ordena el proceso político en cinco pasos: diagnóstico, identidad, estrategia, implementación y monitoreo.

Más que una fórmula, es una manera de poner orden en medio del caos electoral. En Jalisco, Veracruz, Yucatán, CDMX y Quintana Roo, hemos visto cómo este enfoque ayuda a transformar liderazgos: de ser vistos como candidatos “comunes”, a consolidarse como referentes con identidad clara y narrativa propia.

La clave no está en adivinar lo que la gente quiere escuchar, sino en construir con método: medir, ajustar y mantener coherencia. Porque la política que improvisa, pierde; la que planifica con disciplina, gana confianza y resultados.

Hoy más que nunca, en tiempos de incertidumbre, los liderazgos que se atrevan a trabajar con brújula estratégica —no solo con instinto— tendrán la ventaja real en el terreno político.


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