ZohrannMamdani, la política que vuelve a emocionar

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Por: JorgenCamacho

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Cuando vemos campañas políticasnen la actualidad, parecería que estamos viendo estrategias de marketing, ventande “productos” o anuncios de la irrealidad total, y los candidatos se parecennmás a marcas que a líderes, Zohran Mamdani irrumpió desde Nueva York con unanpropuesta radical por su sencillez y propuso hacer política connautenticidad. Su campaña no solo buscó ganar una elección, sino reconstruirnel vínculo entre ciudadanía y esperanza, entre política y comunidad.

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Mamdani transformó suncandidatura en un modelo de comunicación política contemporánea. Apostó pornuna narrativa clara, emocional y repetible, que no hablaba solo delncambio, sino que lo encarnaba. En cada mensaje, en cada video y en cadanencuentro, el candidato proyectó una coherencia poco habitual, la de quien diceny hace lo mismo. En un mundo saturado de discursos vacíos, esa coherencia senvolvió su mejor estrategia.

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Manifestó coherencianestética y emocional. Desde elnvideo de lanzamiento hasta el último spot, su campaña mantuvo el mismo tono, elnmismo mensaje y la misma estética. Esa consistencia, lejos de ser rígida,ntransmitía confianza. Los votantes sabían qué esperar, y esancerteza, tan escasa en la política actual, generó conexión emocional.

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Pero lo más interesante fue quenMamdani entendió algo que muchos olvidan… la comunicación política nones solo hablar, es escuchar. Y escuchó en varios idiomas. Produjoncontenidos en árabe, español, urdu e hindi, reconociendo a comunidadesnhistóricamente ignoradas. En lugar de buscar el voto de todos, eligió hablarncon todos, y ese matiz marcó la diferencia.

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El lema de Mamdani “Lancampaña que se divierte más, gana”, puede parecer trivial, peronencierra una idea poderosa, la alegría también es una forma denmovilización política. Frente a las campañas del miedo o del enojo, élneligió el entusiasmo. Apostó por la energía de los voluntarios, por lancercanía, por una política que se siente viva. Y lo logró que más de 104,000npersonas participaron en su movimiento, tocaron tres millones de puertas ynllenaron las calles con convicción.

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Mamdani insistía en que sunproyecto no era una campaña electoral, sino “un movimiento para todanla vida”. Esa idea transformó su estrategia en algo más profundo, unanpolítica de largo aliento, que no se agota en las urnas. Su objetivo nonera solo conquistar votos, sino construir comunidad.

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En tiempos en los que lanpolítica se reduce a lo inmediato, su visión devolvió sentido de continuidad ynpropósito. Porque al final, el verdadero éxito de una campaña no se mide en losnresultados oficiales, sino en lo que deja después… organización, identidad ynesperanza.

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El caso de Zohran Mamdani dejanuna enseñanza que trasciende fronteras, la política contemporánea necesitanmenos cálculo y más coherencia. En una era dominada por algoritmos, datos ynestrategias automatizadas, él recordó que el corazón de la comunicaciónnsigue siendo humano.

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Mamdani no inventó una fórmulanmágica, simplemente recuperó algo esencial, la política como acto de empatía.nSu historia confirma que los candidatos no ganan solo por tener razón, sinonpor hacer sentir que vale la pena creer otra vez.

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